Si nos fijamos en nuestras pequeñas acciones cotidianas, podemos darnos cuenta que las emociones y el diseño están íntimamente relacionados. Por ejemplo, al comprar un producto específico que nos transporta automáticamente a la infancia, o al sentirnos más cómodos/as en una tienda que en otra, al asociar un olor concreto a un lugar, espacio o tiempo, al comprar un diseño de un grupo al que queremos pertenecer por sus valores…

Se dice que una imagen vale más que mil palabras, pero cuando se trata de las emociones pueden significar todo. Dicen que cuando nos sentimos cómodos/as y bien, nuestra proactividad aumenta, y consumimos más fácilmente. Podríamos decir por tanto, que detrás de un producto o diseño hay algo más, y que emocionar con el diseño puede ser el recurso más poderoso del mercado, para permanecer en la memoria de las personas «cuando todo haya sido dicho, hecho y consumido».

¿Se puede diseñar una emoción?

Puede ser fácil diseñar, pero no lo es transmitir emociones o diseñar felicidad. Una vez conseguido esto, se pueden establecer fuertes lazos entre empresas y personas consumidoras y se puede conseguir la «fidelidad» de las mismas, porque su experiencia no se ve satisfecha con el uso o adquisición de cualquier otro producto de la competencia, sino con esas emociones que sólo este producto o diseño ha sido capaz de aportarle.

Con el diseño emocional podemos acceder a las personas de forma más personalizada conectándo con los aspectos más íntimos de la memoria emocional de ellas. Para ello, los diseños emocionales buscan, sobre todo al satisfacer una necesidad, generar un impacto positivo en los consumidores. Fácil, divertido y fácil de usar o comprar. ¿Podemos diseñar la felicidad realmente?

Los vivimos

Las sensaciones y emociones que provocan los diseños, ya sean físicas o psicológicas, son cortas y se viven de forma intensa. Así la persona siente la necesidad de continuar usando la marca o el producto hasta el punto de establecer relaciones duraderas e insustituibles. Las marcas emocionales formarán parte de la vida y recuerdos de los consumidores y se irán transmitiendo de «generación en generación» entre las personas usuarias.

Para vender, ¿todo vale?

Las grandes marcas hacen todo lo posible en este tipo de diseño, publicidad y marketing, porque saben que este vínculo no surge de la noche a la mañana. Una vez diseñados, se siguen forjando día a día. Y somos testigos de trabajos realmente impresionantes.

De este modo, seguimos fortaleciendo la tendencia a vincular nuestra alegría y bienestar con este producto o diseño en concreto.

Sin embargo, los vientos susurran, que la alegría y el bienestar es algo interno, propio de la persona, ¿creéis que es así?

…continuará 😉