Emango diogu merezi duen tokia bigarren abizenari?

Hoy hablaré sobre un tema que últimamente aparece de manera repetitiva en mis pensamientos: el lugar que le damos a los segundos apellidos. En TaPuntu diariamente pasan por nuestras manos toda clase de contenidos; y una vez tras otra me encuentro con «personas que tienen un solo apellido». Cada vez que esto ocurre, se enciende una luz roja en mi cabeza: «¿Debería ser así? ¿Tendría que recomendarle añadir el segundo apellido?».

Piensa en escritores/as, deportistas, cantantes, … conocidos/as. ¿En cuántas ocasiones conoces su segundo apellido?

¿Qué apellidos tiene Maialen, la ganadora de Bertsolari Txapelketa Nagusia? ¿Y el escritor llamado Bernardo? ¿Cuáles son los apellidos de los lehendakaris de Euskal Herria?

El uso de los apellidos viene marcado por el factor cultural. Es sabido que nos encontraremos con realidades muy diferentes dependiendo del país en el que nos encontremos; pero empecemos por el nuestro. Escribimos nuestros dos primeros apellidos en los documentos oficiales, es habitual que hagamos nexos familiares basándonos en los apellidos, incluso hay quien sigue contando sus apellidos vascos… pero en el ámbito de la comunicación (medios de comunicación, cartelería, nombres de usuario de redes sociales, vídeos, eventos…) lo habitual es usar solo el primer apellido. Y, por favor, no me digáis que el problema es la falta de espacio.

Aparte de las costumbres en cuanto al uso de los apellidos, el orden de los apellidos también influye en este tema. En una familia tradicional (madre-padre-niños/as), el primer apellido del niño o niña suele ser el del padre y el segundo el de la madre. En familias que no se consideran a sí mismas como tan tradicionales, pasa lo mismo. Y, por desgracia, son anecdóticas en las que se usan al revés. Pero este es otro tema.

Afordunadamente, tenemos más tipos de familia: dos madres, dos padres, una madre, un padre, familias de acogida, etcétera. En estos casos se rompe el estándar de facto.

Aunque la casuística sea muy amplia, por ahora seguiré escribiendo con la estructura NOMBRE – PRIMER APELLIDO DEL PADRE – PRIMER APELLIDO DE LA MADRE en mente, por ser casi monopolio.

Si has llegado hasta aquí y el tema te parece interesante, un spoiler sobre lo que viene después: no responderé la pregunta del título de manera estricta.

Y todo esto ¿para qué?

La clave es la visibilidad. Hemos visto que en el orden de los apellidos por ahora existe una grieta tremenda; aunque por ley sea libre la elección del orden de los apellidos, en la realidad damos una visilidad mucho mayor a los apellidos de los padres (y según pasan los años, a los abuelos, bisabuelos…) frente a las madres (y abuelas, bisabuelas…). Y se está perpetuando.

Aunque se puede apreciar un pequeño cambio (hoy en día no deberíamos pensar automáticamente que el primer apellido de una persona es el primero de su padre), no podemos decir que la situación esté normalizada; ¡por supuesto que no lo está!

Escribir un único apellido o escribir los dos no es una decisión banal para las personas que, de una manera u otra, trabajamos transmitiendo contenidos. Mientras no seamos conscientes de este hecho y demos ciertos pasos, seremos partícipes de esa perpetuación.

Hay antecedentes

Te diré la verdad; antes de hablar sobre este tema he intentado situarme mejor, pero me ha resultado difícil encontrar referencias al respecto. No he encontrado reflexiones consistentes; tampoco medios de comunicación o instituciones que tengan un criterio específico sobre el tema (seguro que existirán).

En Berria, por ejemplo, se ha notado un cambio de rumbo en este tema; es cada vez más habitual ver los dos apellidos del periodista. Algunos Ayuntamientos han incorporado como criterio mostrar siempre dos apellidos en su comunicación; pero no se repite a menudo.

¿Qué puedo hacer de manera individual y qué podemos hacer de manera colectiva?

No seré yo quien diga qué hay que hacer. Doy un gran valor al simple hecho de poner este tema sobre la mesa.

Dependiendo de la decisión que hayamos tomado, son muchos los pasos que podemos dar. Uno de ellos es el uso de la discriminación positiva. Por ejemplo, varios/as periodistas han empezado a poner la sigla de su primer apellido y mostrar completo el segundo. Otra opción es utilizar siempre los dos; o preguntar a la «protagonista» qué prefiere.

Como individuo/a, te propondría que por lo menos pensaras acerca del tema y decidieras cómo querrías que fuera en su caso; si prefieres que se muestre un único apellido tuyo, o dos.

Si eres una persona conocida públicamente, puedes aprovechar la oportunidad para traer el tema a la actualidad y darle el sitio que merece a tu segundo apellido, utilizando la discriminación positiva.

Si, aparte de la decisión individual, somos capaces de tomar decisiones colectivas en nuestras instituciones, empresas, colectivos, asociaciones… mucho mejor. Pongamos criterios sobre el uso de los apellidos, de la misma manera que lo hacemos con otros temas (uso de la marca, idiomas, lenguaje inclusivo…).

El movimiento feminista hasta ahora nos ha dado varias pistas y seguro que en el futuro ayudará a poner más luz en este tema. Pero, en vez de esperar, empecemos a dar pequeños pasos desde nuestros ámbitos.