08/02/2019

Se puede decir que vivimos en una sociedad conectada. Que sómos hábiles navegando por las redes. Que las personas estamos informadas de todo lo que ocurre en el mundo usando un buscador en la red.

Se dice también, que vivimos en una sociedad más desconectada que nunca. Por ejemplo, cuando nos juntamos con amigas y amigos y todas las personas presentes miramos a nuestro móvil.

Pero no quiero hablar de este tipo de conexiónes. Y sí de aquellos brotes nuevos que están emergiendo de aquel árbol ancestral y se conectan entre ellos.

Esos brotes se conectan cuando la alegría de otra persona nos inunda, cuando nos mueve su llanto, cuando con una carcajada se llena el espacio de vida. Conectar es cuando un grupo de personas se unen para crear y avanzar en un proyecto. Es la fuerza, y no se ve, se siente.

Hay conexiones que surgen en una parada de autobús, cuando dejas pasar a otra persona, y el siguente día te dejan pasar a tí. Cuando saludas a la vecina del tercero o al del primero todos los días. Son conexiones de segundos, breves y eternos.

La conexión es cuidar y cuidarse. Es libertad.

Porque conectarse o desconectarse es decisión de cada individuo. No es atadura.

Ultimamente estoy sintiendo este tipo de conexión en mi entorno. La gran rueda funciona cuando cada persona empuja desde su yo, no podría ser de otra forma. Cuando cada individuo se hace responsable de lo suyo.

Y esta rueda no siempre funciona perfectamente. A veces va muy rápida y otras demasiado despacio. Por eso adaptarse al momento es importante y ser conscientes de que es un aprendizaje que nunca termina.

Cuando un equipo se siente conectado entre sí, no se puede explicar con palabras lo que se siente. Es la fuerza del círculo. Brotes nuevos.

¡Y somos muchos/as!

Pero para poder conseguir todo esto es importante que cada uno de estos brotes se sienta y sea tal cual es. Porque para poder completar el mosaico es fundamental reconocer cada pieza, por muy diferentes que sean entre ellos. Desde el respeto. Y si te das cuenta de que este mosaico no es tu lugar, seguro que encontrarás otro que sí lo sea.

Te invito a que actúes y encuentres tu lugar.

Y por supuesto, no te preocupes si te duele moverte, porque el movimiento siempre demuestra que hay vida. ¿Y no es eso lo más valioso?